jueves, 14 de abril de 2011

Crush, crush, burn.

¿Alguna vez has sentido puro odio hacia el mundo y todos aquellos 'afortunados' que habitan en él? ¿Conoces ese sentimiento que consiste en querer expulsar todo lo que tanto tiempo llevas acumulando en forma de gritos, de fuerza y locura por un momento?
Supongo que eso es exactamente lo que todos sentimos en algún momento, exactamente yo misma esta noche.
Tenía planes para mañana. Tenía pensado salir con mis amigos como cualquier otro fin de semana, pero sabía que mañana sería diferente; lo presentía. Estaba demasiado nerviosa, demasiado ilusionada. Deseaba con todas mis fuerzas que el día de hoy pasase más rápido que cualquier otro día normal y así poder sentir que ya era viernes, ese viernes en que haría algo que llevaba deseando hacer demasiado tiempo.
"Zas, zas". ¿Qué es eso que suena? Oh sí, se me olvidaba. Es mi alma, se está haciendo pedazos. Un momento... ¿Mi alma? ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué me he perdido en apenas un abrir y cerrar de ojos? Vaya, un segundo ha pasado. ¿Qué tendrá de especial un maldito segundo de mi vida? ¿Es que todo puede llegar a depender de un dichoso segundo? ¡¿Qué he hecho para merecer todo esto?!
No sé cómo, ni siquiera sé por qué, o tal vez sí, pero una voz salió de mi interior en un santiamén. No sé si era grave, ni aguda, pero salió de mí con demasiada fuerza. Esa extraña voz me insultaba y dijo un par de palabras malsonantes, pero lo peor de todo es que tenía razón en lo que decía. Lo que mejor recuerdo de todo es que exclamó una frase sencilla, la cual había escuchado antes. La única diferencia entre esta oración y la anterior es que esta estaba en pasado y la anterior en presente.
Hace un par de meses, una persona me dijo que debería hacer algo ya, que no dejase pasar más tiempo porque las cosas saldrían peor entonces. En cambio, esta voz, la que solo había escuchado un par de veces antes en casos extremos, dijo "has dejado pasar demasiado tiempo".
Realmente solo he dejado pasar tres semanas. Si me paro a pensar, tres semanas son veintiún días, lo que a su vez son 504 horas, lo que es igual a 30240 minutos, en total 1814400 segundos. Visto así, es demasiado tiempo desperdiciado, segundos en los que realmente no ha sucedido nada que pudiese marcarme al menos durante un tiempo.
Una respuesta puede cambiar muy rápidamente. De hecho, en cuestión de tres semanas, una de las respuestas que más me interesaba ha cambiado de un "sí" a un "ahora mismo, no".
¿Cuál es la única deducción que puedo sacar de todo esto? Bien, lo único que se me pasa por la cabeza en estos momentos es que soy una jodida imbécil. Y no pretendo dar pena a nadie con este diagnóstico que me hago a mí misma, de hecho lo odio. Lo único que pretendo con todas estas palabras es desahogarme. No pretendo que nadie las comprenda, ni siquiera que nadie las lea. Necesitaba una vía de escape para escapar de todos esos cables que yacen cruzados en mi interior, conectados en los lugares incorrectos.

Supongo que la vida no me puede dar más. Esta ha sido y está siendo otra mala jugada de todas las que han sucedido y aún están por suceder.
También supongo que, en esta vida, las cosas son demasiado relativas como para tomárselas al pie de la letra.
Y supongo que no me puedo venir abajo por completo a causa de una cosa así. ¿Qué supone esto en mi vida? No te engañes, demasiado.
He tenido en bandeja la oportunidad de tener lo que llevaba tiempo buscando, y por desperdiciar el tiempo, esa oferta ha desaparecido de repente, al menos por el momento.
¿Volverá a aparecer de nuevo algún día?
Una sola persona es la que tiene el derecho de responder a esta pregunta de manera efectiva.

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